¿No han pensado que el Partido
Socialista Obrero Español debería pasar a llamarse Partido Progresista Licenciado
Español? Lo de progresista, no porque lo sean, sino porque así se
autodenominan, y lo de Licenciado, porque si antiguamente eran las fábricas los
reactores de la economía, ahora lo son los licenciados, que trabajan a precio
de obrero de hace 60 años.
De ahí me surge una reflexión. Si
somos tantos los licenciados de esta España querida, ¿creen ustedes que todos
ellos deberían cobrar por decreto por encima de 1.500 euros y no digo ya 2.000
como alguno exige? Entonces, si sabemos que eso no es posible, por qué los
licenciados, políticos y opinadores populistas confunden en sus expectativas a
la gran masa de estudiantes que salen de las universidades con un futuro
mediocre por delante. Haciendo cálculos a ojo de buen cubero. Pongamos por
ejemplo la profesión de periodista. Solamente el 30% de los licenciados en
Periodismo ejercen como tal. ¿A qué se debe? A que el 70% ha rehusado a
conformarse con los 1.000 euros de rigor y desechan convertirse en un SSD
(Soltero, Separado o Divorciado). De ese 30% restante, tan solo el 1% ocupa
cargos que le permiten mantener una vida de clase media alta, una vida a la
que, seamos sinceros, a todos nos gusta más que la de media baja. Con los
abogados, qué sucede. Más de lo mismo. Y con los licenciados en Ade, también.
Para evitar frustraciones
prematuras se ha creado una figura que permite a todos esos licenciados
desengañados mantener un hilo de esperanza para unirse a esa clase media alta
en un par de años. Me refiero a la figura del Master. Si alguien lo hubiera
patentado, desde luego que se habría forrado. No hay mejor master que curtirse
al sol, con la espiocha y el martillo, picando dentro de una oficina,
trabajando a deshoras sin recibir pagas extras, aprendiendo callado y
proponiendo nuevos proyectos desde la humildad. La proactividad es el mejor
arma para luchar contra esos tan despiadados empresarios y esa greña
competidora que persigue nuestros mismos intereses. Un licenciado debe empezar su camino con dos herramientas imprescindibles para triunfar en su profesión, son dos materias
primas que se mencionan a diario, pero que sólo relucen en unos pocos, se
llaman trabajo y educación. Y la educación comienza por la mañana temprano,
cuando uno va a la ducha, se asea y elige una ropa adecuada para asistir a su
puesto de trabajo.
La ropa adecuada para un
licenciado no es una ropa cómoda de llevar, sino una ropa cómoda para
relacionarse con los compañeros de trabajo, clientes o personal de la oficina.
Ya que no podemos ir a trabajar en pijama, por qué quedarse a la mitad y llevar
camisas con botones descosidos, las uñas largas, zapatillas deportivas o
calcetines de deporte. Y, segundo, el trabajo. Trabajar duro es la mejor
medicina para la apatía. Quejarse es de clase media y sólo sume a uno en su
propio vómito interno. Hay que levantar ladrillos, que son los informes; hay
que picar la piedra, que son las respuestas inmediatas a los correos
electrónicos; y hay que pintar fachadas enteras, que son las negociaciones del
presente. Los licenciados son obreros que trabajan tanto o más duro que los
obreros del pasado. ¿A quiénes representan partidos como el PSOE o PP? A los
obreros, a esa gran masa crítica instruida que muchas veces peca de la glotonería de
saber, creyendo que en el conocimiento teórico encontrarán al empresario
redentor que se admire de tan prolijo currículo. Mentira. El conocimiento
presente se basa en el empirismo, tanto me das tanto vales. Si me traes
clientes, vales; si me resuelves mis problemas, vales; si no me das problemas,
vales; si me generas proyectos equilibrados, vales. Le pediría al licenciado y a
sus padres filibusteros, los políticos "progresistas", que se detuvieran y se miraran a ellos
mismos desde los ojos del empresario e hicieran el siguiente razonamiento. "Con
una fila de indios licenciados en la puerta del bufete de abogados, dispuestos
a comerse el mundo con 23 años recién acabada la carrera, qué extra me aportas
tú salvo cuatro o cinco años pegado a la mesa del despacho para que yo te tenga
que pagar más que al nuevo". El talento se demuestra andando, es decir,
trabajando. En algunos, el talento brota de su inteligencia y de otros, de su
fuerza de voluntad, una materia prima encerrada en cada uno de nosotros y que
espera salir cuando se pula la piedra externa.
Todos aquellos que se quejan de
los 600, de los 800 y de los 1.000 euros son unos quejicas. En este país,
miento, en este mundo se cobra cuanto se vale. Messi no gana esa millonada
porque es futbolista, la gana porque es un elegido dentro de la actividad
social más practicada y amada del mundo, el fútbol. Tiene una mente
privilegiada, que resiste a las tentaciones de la prensa, se afana por
superarse, es ambicioso, compañero, ama a su club y respeta a su público
jugándose la salud cada vez que intentan partirle las piernas. Pero sobre todo, porque da réditos, millones de euros de réditos a la empresa para la que trabaja. ¿Le pagarían eso solo porque es circo y arte? Y en ese caso, los mecenas. El resto de
futbolistas de Primera división son otros tiburones, buenísimos, habilidosos y
de mente dura, pero no son capaces de generar lo que genera Mesis, el más
venerado, el Apple del deporte.
A nadie, miento, salvo a unos
pocos hijos de papá que se han puesto las pilas para continuar con el negocio
de su papá y a los que les va cojonudamente porque lo hacen igual de bien que
su papá, le han regalado sus fortunas. Prefiero a esos hijos de papá que a esas
filoxeras que se comen las plantaciones que otros cultivaron. Hasta el que gana
la primitiva puede perder todo el dinero, aun siendo licenciado. Pero mentecato
al fin y al cabo. Ya que ser licenciado no te exime de la necedad. Hastío
producen términos como suerte o enchufismo cuando se escupen desde el estómago
de la envidia. Nadie le dicta a nadie el destino de ganar 1.000 euros toda su
vida, por eso nadie debe culpar a nadie de ganar sólo 1.000 euros. El campo es
tan grande como tus posibilidades. Solo debes empezar a mover la tierra,
cultivar y recoger si es posible. Y si no sale, volver a intentarlo en otro
campo. Sin patrones, sin jefes, solo tú, tu soledad y tus enemigos. Pero tu
cosecha, tus compradores y tus admiradores. De vicio nos quejamos de
empresarios viles y aprovechados, cuando deberíamos agradecer a la empresa
diariamente que confiaran en nosotros, que tomara el riesgo de perder lo que nosotros nunca arriesgamos y que nos diera esa posibilidad de demostrar que valemos
2.000 euros. Como en el mundo de la fauna, hay muchas especies, unas más
desarrolladas que otras, unas más torpes y otras más listas. Así funciona la
vida y algunos comenzarían a ganar cuando reconocieran su función en ésta. Si
no, el ejemplo de los denarios de la parábola. Hubo quienes lo enterraron y hubo quienes
lo multiplicaron.
Esto explica también el
desconcierto que existe en este país, ya que el hecho de ser licenciado otorga
un título que no tienen los graduados de ciclo superior, como si fueran nobles
comiendo pan y los otros plebeyos comiendo carne. Al fin y al cabo, piensa un
licenciado, yo soy noble y él no. ¿Quién sabía a sus 18 años qué quería ser en
la vida? Pues ahora que sabes que te has equivocado, aprovecha lo que
aprendiste y ponlo en práctica donde te guste. Y si no te equivocaste, demuéstralo.