martes, 5 de febrero de 2013

Los licenciados son los obreros del pasado



¿No han pensado que el Partido Socialista Obrero Español debería pasar a llamarse Partido Progresista Licenciado Español? Lo de progresista, no porque lo sean, sino porque así se autodenominan, y lo de Licenciado, porque si antiguamente eran las fábricas los reactores de la economía, ahora lo son los licenciados, que trabajan a precio de obrero de hace 60 años.

De ahí me surge una reflexión. Si somos tantos los licenciados de esta España querida, ¿creen ustedes que todos ellos deberían cobrar por decreto por encima de 1.500 euros y no digo ya 2.000 como alguno exige? Entonces, si sabemos que eso no es posible, por qué los licenciados, políticos y opinadores populistas confunden en sus expectativas a la gran masa de estudiantes que salen de las universidades con un futuro mediocre por delante. Haciendo cálculos a ojo de buen cubero. Pongamos por ejemplo la profesión de periodista. Solamente el 30% de los licenciados en Periodismo ejercen como tal. ¿A qué se debe? A que el 70% ha rehusado a conformarse con los 1.000 euros de rigor y desechan convertirse en un SSD (Soltero, Separado o Divorciado). De ese 30% restante, tan solo el 1% ocupa cargos que le permiten mantener una vida de clase media alta, una vida a la que, seamos sinceros, a todos nos gusta más que la de media baja. Con los abogados, qué sucede. Más de lo mismo. Y con los licenciados en Ade, también.

Para evitar frustraciones prematuras se ha creado una figura que permite a todos esos licenciados desengañados mantener un hilo de esperanza para unirse a esa clase media alta en un par de años. Me refiero a la figura del Master. Si alguien lo hubiera patentado, desde luego que se habría forrado. No hay mejor master que curtirse al sol, con la espiocha y el martillo, picando dentro de una oficina, trabajando a deshoras sin recibir pagas extras, aprendiendo callado y proponiendo nuevos proyectos desde la humildad. La proactividad es el mejor arma para luchar contra esos tan despiadados empresarios y esa greña competidora que persigue nuestros mismos intereses. Un licenciado debe empezar su camino con dos herramientas imprescindibles para triunfar en su profesión, son dos materias primas que se mencionan a diario, pero que sólo relucen en unos pocos, se llaman trabajo y educación. Y la educación comienza por la mañana temprano, cuando uno va a la ducha, se asea y elige una ropa adecuada para asistir a su puesto de trabajo.

La ropa adecuada para un licenciado no es una ropa cómoda de llevar, sino una ropa cómoda para relacionarse con los compañeros de trabajo, clientes o personal de la oficina. Ya que no podemos ir a trabajar en pijama, por qué quedarse a la mitad y llevar camisas con botones descosidos, las uñas largas, zapatillas deportivas o calcetines de deporte. Y, segundo, el trabajo. Trabajar duro es la mejor medicina para la apatía. Quejarse es de clase media y sólo sume a uno en su propio vómito interno. Hay que levantar ladrillos, que son los informes; hay que picar la piedra, que son las respuestas inmediatas a los correos electrónicos; y hay que pintar fachadas enteras, que son las negociaciones del presente. Los licenciados son obreros que trabajan tanto o más duro que los obreros del pasado. ¿A quiénes representan partidos como el PSOE o PP? A los obreros, a esa gran masa crítica instruida que muchas veces peca de la glotonería de saber, creyendo que en el conocimiento teórico encontrarán al empresario redentor que se admire de tan prolijo currículo. Mentira. El conocimiento presente se basa en el empirismo, tanto me das tanto vales. Si me traes clientes, vales; si me resuelves mis problemas, vales; si no me das problemas, vales; si me generas proyectos equilibrados, vales. Le pediría al licenciado y a sus padres filibusteros, los políticos "progresistas", que se detuvieran y se miraran a ellos mismos desde los ojos del empresario e hicieran el siguiente razonamiento. "Con una fila de indios licenciados en la puerta del bufete de abogados, dispuestos a comerse el mundo con 23 años recién acabada la carrera, qué extra me aportas tú salvo cuatro o cinco años pegado a la mesa del despacho para que yo te tenga que pagar más que al nuevo". El talento se demuestra andando, es decir, trabajando. En algunos, el talento brota de su inteligencia y de otros, de su fuerza de voluntad, una materia prima encerrada en cada uno de nosotros y que espera salir cuando se pula la piedra externa.

Todos aquellos que se quejan de los 600, de los 800 y de los 1.000 euros son unos quejicas. En este país, miento, en este mundo se cobra cuanto se vale. Messi no gana esa millonada porque es futbolista, la gana porque es un elegido dentro de la actividad social más practicada y amada del mundo, el fútbol. Tiene una mente privilegiada, que resiste a las tentaciones de la prensa, se afana por superarse, es ambicioso, compañero, ama a su club y respeta a su público jugándose la salud cada vez que intentan partirle las piernas. Pero sobre todo, porque da réditos, millones de euros de réditos a la empresa para la que trabaja. ¿Le pagarían eso solo porque es circo y arte? Y en ese caso, los mecenas. El resto de futbolistas de Primera división son otros tiburones, buenísimos, habilidosos y de mente dura, pero no son capaces de generar lo que genera Mesis, el más venerado, el Apple del deporte.

A nadie, miento, salvo a unos pocos hijos de papá que se han puesto las pilas para continuar con el negocio de su papá y a los que les va cojonudamente porque lo hacen igual de bien que su papá, le han regalado sus fortunas. Prefiero a esos hijos de papá que a esas filoxeras que se comen las plantaciones que otros cultivaron. Hasta el que gana la primitiva puede perder todo el dinero, aun siendo licenciado. Pero mentecato al fin y al cabo. Ya que ser licenciado no te exime de la necedad. Hastío producen términos como suerte o enchufismo cuando se escupen desde el estómago de la envidia. Nadie le dicta a nadie el destino de ganar 1.000 euros toda su vida, por eso nadie debe culpar a nadie de ganar sólo 1.000 euros. El campo es tan grande como tus posibilidades. Solo debes empezar a mover la tierra, cultivar y recoger si es posible. Y si no sale, volver a intentarlo en otro campo. Sin patrones, sin jefes, solo tú, tu soledad y tus enemigos. Pero tu cosecha, tus compradores y tus admiradores. De vicio nos quejamos de empresarios viles y aprovechados, cuando deberíamos agradecer a la empresa diariamente que confiaran en nosotros, que tomara el riesgo de perder lo que nosotros nunca arriesgamos y que nos diera esa posibilidad de demostrar que valemos 2.000 euros. Como en el mundo de la fauna, hay muchas especies, unas más desarrolladas que otras, unas más torpes y otras más listas. Así funciona la vida y algunos comenzarían a ganar cuando reconocieran su función en ésta. Si no, el ejemplo de los denarios de la parábola. Hubo quienes lo enterraron y hubo quienes lo multiplicaron.

Esto explica también el desconcierto que existe en este país, ya que el hecho de ser licenciado otorga un título que no tienen los graduados de ciclo superior, como si fueran nobles comiendo pan y los otros plebeyos comiendo carne. Al fin y al cabo, piensa un licenciado, yo soy noble y él no. ¿Quién sabía a sus 18 años qué quería ser en la vida? Pues ahora que sabes que te has equivocado, aprovecha lo que aprendiste y ponlo en práctica donde te guste. Y si no te equivocaste, demuéstralo.