jueves, 10 de febrero de 2011

Sin caretas

A Carolina Pérez se le cayó la careta en el Senado, la misma que muchos portan en Ceuta, que aquello parece un carnaval veneciano. Pero no hay nada de lo que avergonzarse o puestos políticos a los que renunciar. Muchos de los moros que habitan en Ceuta están aún asidos a la cultura fría de la que provienen, en la que beber un café mirando a la calle durante una hora no supone remordimiento de conciencia. Sin embargo, España se europeizó tiempo ha y levantarse como en Canarias, una hora más tarde, cuenta negativo. Desgraciadamente, hay muchos españoles de origen marroquí que cuando se trata de DNI miran hacia arriba, pero cuando de cultura y tradiciones se habla están obligados a mirar al sur. Las palabras de Pérez no es que carezcan de razón, sino que son secundadas en toda Europa, donde cada vez son más los musulmanes y mayores las críticas hacia su estilo de vida. Ya no valen los cuentos de la xenofobia y el racismo que siempre esgrimen los que se refugian detrás de esto. Desnudos ante un espejo todos somos lo mismo y el mercado y los patronos entienden de preparación y esfuerzo y se las trae al pairo la religión y el color. En esta Ceuta cautiva sobran políticos de medio pelo, como Ali o Idris, que entre líneas insinúan xenofobia, pero que por las noches se se acuestan contando nuevos votos. Desde luego los moros ceutíes no son imbéciles y continúan dando la confianza al único partido con dos dedos de frente. Penosamente, los europeos siguen estigmatizados por el fascismo y el qué dirán, pero seguro estoy de que la mayoría tiende la mano a aquellos que vienen a aportar trabajo. Lo que no se aguanta en ninguna casa de vecino es que el invitado, además de hospedarse quiera imponer sus horarios y vivir a costa del trabajo ajeno. De hipócritas andan las calles llenas, pero en cada hogar, todos piensan como Carolina.