miércoles, 2 de marzo de 2011

Desastre de pabellones

Una de los pocos deportes que se puede practicar en esta isla masificada de edificios y poco espacio verde es el fútbol sala. Sin carriles bicis, sin campos de fútbol y sin canchas de tenis, los gaditanos se atienen a la playa o al futbito.

Pero la situación se agrava cuando ni siquiera los espacios habilitados para practicar deporte están acondicionados. Hace pocos días se inauguró el campo del Mirandilla y jugar allí es una paliza. La belleza del envoltorio contrasta con la calidad del tapete, porque el suelo resbala y allí no se puede disfrutar. El pabellón del Centro y el del Náutico también son de reciente creación y, además de que las goteras asoman con las lluvias, el primero de estos presenta abolladuras en la pista y el segundo mantiene las goteras incluso cuando no llueve.

El encargado del Mirandilla aseguró que no solo estos tres pabellones presentan deficiencias, sino que también hay filtraciones de agua en el Gadir y en Guillén Moreno. "Este campo (por el del Mirandilla) es el único que no está cubierto por chapa y, sin embargo, aquí parece que llueve desde el suelo (en referencia a la humedad de la cancha)", aseguró.
El único pabellón en condiciones para jugar es el de San Felipe Neri, precisamente el único privado, pero el precio del alquiler es tres veces mayor al de cualquiera de los anteriores mencionados.

Los usuarios de los pabellones se preguntan si la culpa la tienen los arquitectos, si es que no se destina suficiente dinero para construir un pabellón en condiciones o si es que Cádiz, como su equipo de fútbol, está abocado a aburrirnos y a escupirse siempre hacia arriba. Este asunto debe ser analizado y los arquitectos deberían dar explicaciones o, en su lugar, los políticos, porque aunque Cádiz sea la ciudad de los carnavales, no puede ser que cada cosa que se haga aquí suene a cachondeo.